domingo, 5 de noviembre de 2006

Nicaragua, ética personal y ética pública

Hoy tenemos elecciones generales en Nicaragua, y en El País encontré un muy buen artículo de Sergio Ramírez, que continúa de algún modo la reflexión que planteé en entradas anteriores sobre las relaciones entre la ética personal y la ética pública, y cómo la ética y los principios se relajan en nombre de "los grandes objetivos": pueden ser la revolución, la gobernabilidad, la unidad partidaria, lo que ustedes quieran, pero el resultado es el mismo: la quiebra moral y política.


Pecados veniales

La tesis del sacerdote Houtart y el comandante nicaragüense Ortega

SERGIO RAMÍREZ
(escritor y ex vicepresidente de Nicaragua)

El País, domingo 05-11-2006

En estos días anteriores a las elecciones en Nicaragua [las elecciones se celebran hoy], en la prensa internacional se ha reproducido un artículo del sacerdote belga François Houtart, a quien conocí, y llegué a apreciar, a raíz de sus constantes visitas a este país en los años de la revolución. Sus aportes de entonces, desde la perspectiva de la teología de la liberación, fueron sobre todo éticos. Y es sobre la ética que mi viejo amigo de la izquierda católica escribe en su artículo.

Dice que hay tres niveles de ética a tomar en cuenta, desde la perspectiva de la izquierda, a la hora de definir los respaldos a las fuerzas políticas: "La lucha contra el neoliberalismo es el imperativo moral más importante. Se trata del nivel ético que tiene que orientar los otros y que constituye la base de cualquier izquierda", afirma Houtart. Los otros dos quedan subordinados a ese primer nivel: la ética interna de los partidos y la ética personal de sus dirigentes. En consecuencia, se puede faltar a la ética interna y a la ética personal, mientras se esté en lucha contra el neoliberalismo, el imperativo moral más importante. Todo esto alega Houtart, en abono de su apoyo público al comandante Daniel Ortega, candidato del FSLN.

Esta conclusión me deja perplejo, sobre todo cuando el padre Houtart reconoce que ese partido es lo más que se acerca a la izquierda, y a lo que él llama "el eje progresista latinoamericano". Y no lo entiendo del todo, porque siempre he creído que el orden de los factores éticos es otro, y que sin ética personal y sin ética política no es posible entregarse a la lucha por ningún fin superior.

Ortega y el FSLN dejaron de ser de izquierda hace tiempo, empezando por la perspectiva ética personal y de conjunto, y sus posiciones políticas se disputan el cetro de la extravagancia cavernaria con los más connotados partidos de derecha, digamos el PP de España, como, por ejemplo, la penalización del aborto terapéutico, votada en la Asamblea Nacional en estos días, con el respaldo vehemente de Ortega y de su esposa, y traducido en el voto en bloque del FSLN. Desde ahora, los responsables de un aborto terapéutico irán a la cárcel con pena de cuatro años.
Esto tiene para mí mucho que ver con la ética, aunque no tenga que ver nada con el neoliberalismo. Alguien que se somete sin pudor a las posiciones de la jerarquía católica, que está en su derecho de condenar el aborto terapéutico, solamente porque piensa granjearse el favor del cardenal Obando y Bravo, y atraer los votos de la clase media conservadora, organizada en cofradías y congregaciones alrededor de esa jerarquía, está dejando en harapos su credibilidad. Y son, de todas maneras, unos votos que nunca podrá atraer.

Aun cuando Ortega se proclamara en contra del divorcio civil y a favor de su restitución al ámbito religioso, o declarara que va a establecer la educación religiosa en las escuelas públicas, algo que no descarto si ganara las elecciones, esos sectores conservadores seguirían siendo enemigos suyos.

Ortega encabezó en las calles marchas altisonantes en contra de la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y luego ordenó a sus diputados que dejaran aprobar el tratado. Antes de empezar la campaña electoral despotricaba contra el FMI y el neoliberalismo, pero su candidato a vicepresidente, que fue miembro del directorio de la contra en Miami, ha sido ahora comisionado de notificar a los representantes de ese organismo en Managua que las relaciones de Ortega con ellos, de ganar las elecciones, serán más que excelentes. Y por si fuera poco, el mismo candidato a vicepresidente ha declarado que varios ministros del actual Gobierno neoliberal del presidente Bolaños han recibido ofertas de quedarse a servir en un Gobierno del FSLN.

Fácil comprobación

Tal vez son cosas que Houtart no sabe, pero que fácilmente puede comprobar. Y si ya las sabe, me cuesta mucho entender cómo es posible que la renuncia a los principios, el oportunismo político, la mentira y la doblez, todos ellos asuntos que corresponden a la ética personal y a la ética de un partido, no terminen derribando y sepultando lo que él pone como imperativo moral más importante: la supuesta lucha contra el neoliberalismo. Para no hablar de las otras violaciones a la ética, como son la inmoralidad en la conducta personal, el enriquecimiento ilícito y el fomento de la corrupción del sistema judicial, que se halla a las órdenes de esa misma cúpula.
La corrupción, los actos ilícitos, la mentira política, la mentira demagógica, se vuelven así pecados veniales, que el padre Houtart puede remitir desde la ventanilla del confesionario y el pecador podrá seguir cometiéndolos siempre que proclame su adhesión a la lucha contra el neoliberalismo y se mantenga cerca de lo que él llama "el eje progresista latinoamericano", que entiendo es el encabezado por Chávez. Si la corrupción y la violencia contra los principios éticos son justificables siempre que se proclame la adhesión a determinados cánones ideológicos o políticos seleccionados desde arriba, por ejemplo, el neoliberalismo, ¿en qué se diferenciará entonces un dirigente de izquierda de alguien como Pinochet, que al mismo tiempo que depositaba toneladas de oro en Suiza se robaba hasta los ladrillos para construir su mansión? Tal vez el padre Houtart nos lo pueda explicar.

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