miércoles, 30 de julio de 2014

Independencias

Artículo publicado en La República, domingo 27 de julio de 2014

Los historiadores Juan Carlos Estenssoro, Carla Granados y Cecilia Méndez, con el apoyo del Instituto de Estudios Peruanos y del Instituto Francés de Estudios Andinos, entre diversas instituciones, están promoviendo importantes actividades alrededor de la celebración de la independencia: un concurso de ensayos, “Narra la independencia desde tu pueblo, tu provincia o tu ciudad”, y un seminario internacional, “Las independencias antes de la independencia”. El concurso buscó visibilizar la complejidad y extensión del proceso independentista, y los ganadores dan cuenta de sucesos ocurridos en Huacho, Arequipa y Tarapacá. Es decir, la independencia fue mucho más que la proclama del 28 de julio de 1821 de San Martín en Lima, fue una suerte de guerra civil que movilizó gran parte de la población del territorio que se convirtiría en el Perú. De allí que el seminario hable de diversas “independencias” antes de 1821, luchas que se remontan cuando menos hasta 1811, con la rebelión de Francisco de Zela.

Los organizadores impugnan el desinterés oficial y la simplificación del discurso público sobre la independencia, que suele obviar a personajes como Túpac Amaru, Zela, Paillardelle, los hermanos Angulo, Pumacahua, entre otros. Estenssoro señala en entrevistas que esto sería parte de un espíritu de los tiempos desdeñoso del pasado, de las humanidades y de la reflexión crítica; Méndez que esto podría expresar el desdén centralista por las provincias y el recelo que genera en las élites la movilización popular.

¿Reivindican parcialmente los organizadores, sin pretenderlo, la retórica oficial de 1971, con su énfasis en los precursores y próceres, y la noción de que la nación peruana tenía importantes bases de legitimidad popular, noción cara tanto a la historiografía conservadora como a la retórica del nacionalismo velasquista que se juntaron curiosamente alrededor de la Comisión Organizadora del Sesquicentenario? (visión cuestionada por Heraclio Bonilla y Karen Spalding con su célebre tesis de la “independencia concedida” por fuerzas extranjeras). Podría decirse también que caracterizar el proceso independentista como “guerra civil” lleva a distanciarse un poco del discurso anticolonial convencional, otro punto de contacto posible con una narrativa conservadora. Sin embargo, intuyo que los organizadores quieren, aunque no de manera explícita, reivindicar la capacidad de agencia de los actores sociales en general y de los populares en particular, que no habrían logrado tener propiamente representación ni en el orden colonial ni en el republicano. Sería muy bueno intentar convertir esa intuición en un discurso historiográfico que compita con los desgastados existentes.

Esa tarea resulta más pertinente considerando que estamos ante la gestación de una nueva narrativa de la peruanidad, alrededor de valores como el “emprendedurismo”, la creatividad, y una reivindicación nacionalista (“Marca Perú”) que tiende a soslayar nuestras deudas históricas pendientes.

ACTUALIZACIÓN, 4 de agosto

Una "réplica" a mi artículo, de Juan Carlos Estenssoro:

Narra la independencia desde tu pueblo: Historia, Historiografía y memoria. Un aclaración necesaria, en respuesta a Martín Tanaka

Una versión corta de esta "réplica" se publicará como carta en el diario La República. Mi comentario al respecto, que envié al editor es esta:

“La intención de mi artículo era resaltar la valía e importancia del trabajo de Estenssoro y Méndez. En el texto me pregunto si sus iniciativas podrían tener puntos de contacto con la historiografía conservadora, y mi respuesta es que no, en tanto “intuyo que los organizadores quieren, aunque no de manera explícita, reivindicar la capacidad de agencia de los actores sociales en general y de los populares en particular, que no habrían logrado tener propiamente representación ni en el orden colonial ni en el republicano”.

En una nota aparte, no entiendo por qué se percibe que la categoría “conservador” tenga alguna carga negativa (“estigma”). El conservadurismo me parece plenamente respetable, la historiografía conservadora tiene aportes fundamentales que debemos valorar y recoger en cualquier narrativa sobre el devenir histórico del país. Saludos.

ACTUALIZACIÓN, 7 de agosto

Una nueva "réplica" a mi artículo, esta vez de Cecilia Méndez, aquí.

ACTUALIZACIÓN, 18 de agosto

Carta de Estenssoro a La República, del 8 de agosto, y mi breve réplica.

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