miércoles, 26 de julio de 2017

¿Los tiempos están cambiando?


Artículo publicado en La República, domingo 11 de junio de 2017 

Desde 2001 manejábamos un esquema que gruesamente podría enunciarse así: caído el fujimorismo, cambiamos en cuanto a institucionalización política democrática, pero no en cuanto a la continuidad del modelo económico, a diferencia de países vecinos que hicieron un “giro a la izquierda”. En medio de la debilidad de los partidos, la debilidad de las fuerzas de izquierda, la fortaleza de los “poderes fácticos”, el consenso relativo entre las élites y expertos más influyentes, grandes áreas de decisión quedaron en manos de independientes o tecnócratas. Esta influencia nos hizo perder en cuanto a representación; el poder de esos personajes no surge de la deliberación política, y muchas veces se implementaron políticas contrarias a las sostenidas durante las campañas electorales, notoriamente con los gobiernos de García y Humala. Pero al mismo tiempo, gracias a las “islas de eficiencia” es que el país pudo crecer y reducir la pobreza en magnitudes importantes. Esta convivencia entre partidos sin técnicos y técnicos sin partido hizo que el país siguiera una orientación de centro, más inclinada hacia la izquierda con Toledo, luego mucho más hacia la derecha con García, luego nuevamente más hacia la izquierda con Humala.

En este marco, el discurso de izquierda reapareció primero de la mano de Humala en 2006 y 2011, y el fujimorismo de la de Keiko Fujimori desde 2006, cuando resultó la congresista con mayor votación. Pero la izquierda no logró imponer su programa, y el fujimorismo funcionó tanto durante el gobierno de García como del de Humala como garantía de estabilidad del legado económico de los noventas. Con el gobierno actual, no se esperaba que las cosas cambiaran demasiado; es más, dada la trayectoria del presidente, era esperable más bien la profundización de una lógica tecnocrática, y cierta impronta reformista: los técnicos finalmente tomaban directamente el poder, sin intermediaciones partidarias.

Sin embargo, muchas cosas parecen estar cambiando. Primero, el núcleo central del consenso tecnocrático, referido al manejo macroeconómico, está en cuestión por primera vez. Al ministro Thorne se le critica tanto decisiones referidas al manejo del gasto y de la inversión pública, de la recaudación, de la promoción de la inversión privada. Y el fujimorismo, antes garante de la estabilidad económica, ahora juega con la posibilidad de una censura del ministro por temas que no lo ameritan. Segundo, del reformismo tecnocrático no parece quedar demasiado. Con la censura del ministro Saavedra, la renuncia de Gisella Orjeda en CONCYTEC, el sector educación se muestra ahora mucho más cauto; en el sector salud, esa cautela parece tornarse en conservadurismo, a juzgar por el cese de Edmundo Beteta en la jefatura del Seguro Integral de Salud. En el Ministerio de la Producción el Plan de Diversificación Productiva está abandonado. ¿En qué frentes se avanza? En general, parece haber un desplazamiento de un manejo tecnocrático a uno más empresarial (el énfasis en el destrabe). El único sector donde se avanza es Interior, pero también está en riesgo. Además, la imagen de la eficiencia tecnocrática perdió brillo después de los escándalos de Odebrecht, los problemas de Chinchero y otros. Tercero, con el desgaste del gobierno está dándose una suerte de vaciamiento del centro político, ya advertido por Juan Carlos Tafur. El fujimorismo muta en populista; el conservadurismo se activa y busca formas de representación más directas; el izquierdismo más radical se fortalece también como opción. Y no se ve todavía quién y cómo intentará ocupar ese espacio.

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