lunes, 28 de agosto de 2017

Perú: elecciones 2016


Acaba de aparecer el libro editado por Fernando Tuesta, Perú: elecciones 2016. Un país dividido y un resultado inesperado (Lima, Fondo Editorial PUCP, 2017), que fue presentado en la última feria del libro. Encontrarán un capítulo de este servidor, "¿Una elección atípica?"
escrito con Paolo Sosa y Félix Puémape. En nuestra introducción decimos que,

"El análisis de la reciente elección general ha resaltado su «atipicidad» como un rasgo fundamental: esto porque los resultados parecen romper con una tendencia establecida en las elecciones pasadas, especialmente las de 2006 y 2011, en las que se resaltaba la fortaleza de clivajes estructurales (de clase, regionales y étnicos) en la explicación de la lógica del voto, claramente identificados con candidatos específicos; en esas elecciones se habría producido una polarización entre candidatos «prosistema» y «antisistema», expresivos de los limitados alcances redistributivos de las políticas neoliberales. En las elecciones de 2016, por el contrario, primó la incertidumbre, marcada por la implementación accidentada, por parte de los organismos electorales, de un conjunto de normas aprobadas a última hora por el Congreso. Por otro lado, la mayoría de candidaturas tuvo una orientación de derecha y el fujimorismo-antifujimorismo emergió como un clivaje fundamental que permitió la llegada al poder de un candidato poco aparente, Pedro Pablo Kuczynski. ¿Cómo habría cambiado tanto el país? Nuestro argumento reconoce la naturaleza un tanto atípica y azarosa de esta última elección, pero sostiene que las anteriores también tuvieron mucho de esos elementos, con lo que habría también importantes continuidades en lo que se refiere a la importancia de las campañas y estrategias electorales en un contexto de vínculos de representación muy precarios y una ciudadanía bastante pragmática y poco ideologizada".

A continuación el índice del libro:

Presentación

Elecciones competitivas y resultados imprevistos
Fernando Tuesta Soldevilla

El sueño de las elecciones internas: la selección de candidatos
Félix Puémape / Fernando Jiménez

Partidos pobres, campañas ricas
Denisse Rodriguez Olivari

Las lógicas de las planchas presidenciales
Henry Ayala Abril

Con cuota o sin cuota: candidatas exitosas para el Congreso
Diego Uchuypoma Soria / Flavia Freidenberg

Equipos en campaña
Verónica Ayala Richter / Enrique Patriau

Cierres de campaña y el discurso de los candidatos
Lilian Kanashiro

El debate en debate
Carla Cueva

Redes sociales en campaña presidencial
Fernando Tuesta Soldevilla / Essy Mirella Vásquez Oruna

¿Una elección atípica?
Martín Tanaka / Paolo Sosa Villagarcia / Félix Puémape

Elecciones en Lima: características e ideas sobre el elector limeño
Rafael Arias Valverde / Cristhian Jaramillo Huamán

Partidos nacionales, políticos locales: una mirada a las candidaturas parlamentarias desde el sur del Perú
Mauricio Zavaleta / Paulo Vilca

Solo el número importa: el lugar del voto preferencial
Henry Ayala Abril / Luis Mas Castillo

Transfuguismo y reelección: ¿una forma de sobrevivir en la política?
Milagros Campos

Balance y agenda de investigación en políticas públicas



El Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) acaba de publicar el libro Balance de investigación en políticas públicas 2011-2016 y agenda de investigación 2017-2021 (Lima, CIES, 2017), donde encontrarán trabajos muy valiosos. También encontrarán mi capítulo sobre el tema de la reforma del sistema político y del sistema electoral. El resumen de mi capítulo dice así:

"En este trabajo hacemos un balance de las principales publicaciones aparecidas en los últimos años respecto a temas asociados a la reforma política y electoral en el Perú, que permiten construir la imagen de un sistema político extremadamente precario, en el que tenemos partidos nacionales, movimientos regionales y organizaciones locales que no son verdaderamente  representativos, que constituyen vehículos para políticos sin partido y diversos intereses sociales que intentan ocupar parte de los espacios de representación. Esto hace que las funciones que en otros contextos cumplen actores políticos terminen siendo asumidas por otros actores (expertos, tecnócratas, ONGs, muy diversos grupos de interés, formales, informales e ilegales). Por ello, la agenda de investigación futura debería centrarse en conocer mejor el funcionamiento del sistema político “realmente existente” antes que en evaluar cuánto funcionan modelos abstractos ideales. Creemos que es de esa manera que la investigación académica puede hacer un aporte a la discusión pública sobre la reforma política; en un contexto en el que si bien su necesidad supuestamente genera un amplio consenso, los actores principales que deberían implementarla no parecen mostrar un compromiso firme con ella".

A continuación el índice del libro:


1. ESTADO Y GESTIÓN PÚBLICA

CORRUPCIÓN Y TRANSPARENCIA
Ludwig Huber

SEGURIDAD CIUDADANA
Lucía Dammert, Jaris Mujica y Nicolás Zevallos

Martín Tanaka

DESCENTRALIZACIÓN Y DESARROLLO REGIONAL
Gonzalo Neyra

GESTIÓN PÚBLICA Y SERVICIO CIVIL
Juan José Martínez

2. DERECHOS CIUDADANOS

EDUCACIÓN
Hugo Ñopo y Jostin Kitmang

SALUD
Janice Seinfeld y Vicente Benites

DERECHOS CIVILES Y DISCRIMINACIÓN
Jeanine Anderson

3. POLÍTICA ECONÓMICA

MACROECONOMÍA
Diego Winkelried

INSERCIÓN EN ECONOMÍA INTERNACIONAL
CRECIMIENTO Y DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA
Mario Tello

EMPLEO E INFORMALIDAD
Pablo Lavado y Daniela Campos

4. POBREZA Y DESARROLLO

POBREZA, DESIGUALDAD Y POLÍTICAS SOCIALES
Javier Herrera y Ángelo Cozzubo

DESARROLLO RURAL
Silvana Vargas

5. CIENCIA Y AMBIENTE

CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN
Juana Kuramoto

AMBIENTE Y RECURSOS NATURALES
José Carlos Orihuela

¿No se justifica evaluar a los maestros?

Artículo publicado en La República, domingo 27 de agosto de 2017

En los últimos días se escucha un argumento que cuestiona la evaluación del desempeño docente (despido solo si no se aprueba una evaluación después de tres intentos y tres capacitaciones) sobre la base de apelar a factores como los muy bajos salarios que reciben, la precariedad de las condiciones en las que trabajan, los problemas que arrastran sus estudiantes, especialmente en zonas de extrema pobreza. Ciertamente el trabajo de los maestros es muy sacrificado, y merece mucho más apoyo y reconocimiento. Más todavía, por supuesto, porque de ellos depende, en buena medida, el futuro del país. Sin embargo, hay cuestiones que no se deben obviar. Decir que si no mejoran primero las condiciones generales, estructurales del país poco se puede hacer es de un lado falaz y del otro nos lleva a un conformismo inaceptable. Y nos encierra en un círculo vicioso: como no se intenta nada, las cosas no cambian, y como no cambian, no se intenta hacer nada.

Pero las cosas sí están cambiando. Como ha mostrado Hugo Ñopo, el salario de los docentes ha ido recuperándose de una caída dramática, y de una manera muy importante durante el gobierno del presidente Humala. Además, el gasto público en el sector educación en su conjunto ha aumentado siguiendo un patrón similar, llegando a duplicarse en los últimos años. Al mismo tiempo, la implementación de programas como Juntos o Qali Warma complementan los esfuerzos del sector educación en las zonas de pobreza.

Estas y otras mejoras han tenido resultados importantes sobre el rendimiento de los estudiantes. No olvidemos que las evaluaciones censales realizadas en los últimos años muestran mejoras: en el periodo 2007-2016, el porcentaje de estudiantes de segundo grado que alcanzó niveles satisfactorios de lectura pasó del 15.9 al 46.4%; en matemáticas, pasó del 7.2 en 2007 al 34.1%. Ahora, si bien es cierto que las regiones más ricas tienen en general mejores desempeños que las más pobres (los mayores puntajes en matemáticas y lectura en segundo de secundaria los tienen Tacna, Moquegua, Arequipa, Callao y Lima Metropolitana), también lo es que las regiones que más han progresado entre 2015 y 2016 en matemáticas de segundo grado de primaria han sido Ayacucho, Huancavelica y Apurímac; y en segundo de secundaria, junto a Moquegua y Tacna, han sido Ayacucho, Arequipa, Junín y Puno. En otras palabras, sí se puede mejorar y hacer mucho a pesar de enfrentar condiciones adversas.

Otro elemento a considerar es que las evaluaciones sí se están haciendo y constituyen una experiencia de la cual aprender para mejorar. El concurso de nombramiento 2015 tuvo 205,021 postulantes inscritos, y 8,137 resultaron ganadores de una plaza, ocupándose el 41.4% de las plazas ofertadas (19,631). Nuevamente, algunas regiones destacan sobre este promedio: Callao, Ica, Tacna, Lima Metropolitana o Moquegua, casi todas por encima del 80%, pero también Tumbes (72%), Lima provincias (66%), o Lambayeque (59%). En el concurso de ascenso a la segunda escala magisterial de 2016 tuvimos 50,484 maestros evaluados, con 8,506 ganadores de una vacante de ascenso, el 16.8%. Esto muestra que hay ya cierta experiencia y capacidad para hacer evaluaciones masivas, y también que es imperativo fortalecer el componente de capacitación a los maestros.

En suma, gracias a los esfuerzos del Estado y de los maestros mejoras importantes se han dado en los últimos años. No se trata de tirar al tacho lo avanzado, sino de mejorar, aprender desde la experiencia. Otra gran lección que deja la huelga, por supuesto, es que se debe avanzar de manera más cercana a los maestros.

Lo que está en juego (2)

Artículo publicado en La República, domingo 20 de agosto de 2017

Creíamos conocer una historia que decía que en 2007, con la aprobación de la ley de carrera pública magisterial, habíamos sentado por fin las bases para la mejora de la calidad en el sector educación, que diversas mediciones habían diagnosticado como realmente paupérrima. En medio de muchos conflictos y tensiones, ciertamente, se fue imponiendo una nueva lógica, que habría incorporado también al magisterio. Parecía que las resistencias, asociadas a grupos radicales, estaban confinadas a un par de regiones, como Ayacucho y Junín. Después de las elecciones regionales de 2011, con la presidencia regional de Vladimir Cerrón, por ejemplo, había el temor de una mayor radicalización, que no ocurrió. Por el contrario, durante el gobierno anterior, con las gestiones de Patricia Salas y Jaime Saavedra, la reforma magisterial parecía avanzar con relativamente pocas tensiones; los salarios se recuperaban, la inversión en el sector crecía, la lógica meritocrática parecía legitimarse.

Hoy vemos que durante este periodo de aparente paz se estaban acumulando tensiones y descontentos crecientes, conforme el temor de que las evaluaciones de desempeño se traduzcan en despidos se hacía más cercano. Por ello la demanda central de las protestas hoy, en el fondo, más allá de la retórica, parece ser la defensa de la “estabilidad laboral”. De allí que la huelga haya continuado y se haya incluso extendido a pesar del acuerdo de aumentos importantes de salarios. Así se puede entender la extensión, masividad y convicción de los huelguistas, y el que hayan decidido seguir a las dirigencias asociadas al CONARE y no al CEN del SUTEP. La mayoría de maestros percibe que ponerse al día con los nuevos niveles de exigencia resulta un esfuerzo imposible de realizar.

A nadie le gusta el predominio de líderes de CONARE en el magisterio, pero la realidad es que sus líderes son los que encabezan la protesta. Por ello resultó un error supeditar la lógica de la negociación a la lógica de debilitar al CONARE levantando sus supuestos vínculos con Sendero Luminoso. Este tema se debe monitorear muy cuidadosamente por supuesto, y llevar a acciones judiciales cuando corresponda. Pero me parece que la mayoría de maestros, si bien pueden manejar una retórica radical asentada en lo que Gonzalo Portocarrero y Patricia Oliart llamaron “idea crítica del Perú”, distan de otorgar un respaldo “orgánico” a sus líderes. Ocurre que ellos canalizan mejor en esta coyuntura sus temores y demandas.

El gobierno debe hilar muy fino su respuesta. Debe ciertamente haber mejoras salariales y en condiciones de trabajo, y en ese terreno el asunto parece estar bien encaminado. Pero no se debe retroceder en la lógica de vincularlas a capacitaciones, evaluaciones y meritocracia. Se debe persuadir a los docentes de que no hay una lógica punitiva, pretextos para una ola de despidos masivos, sino una voluntad de mejora, y así aislar a los sectores radicales. Ese es el camino, no uno exclusivamente policial y represivo. Por supuesto, fácil de decir, difícil de hacer. Para ello es imperativo no dejar solo a un gobierno débil: en vez de aprovechar su precariedad para hacerlo piñata con el riesgo de derrumbar la reforma educativa, los sectores de oposición deberían dar una mano. Sectores de oposición se han movido con un cortoplacismo lamentable. Por ello el papel jugado por la junta de portavoces del Congreso me parece muy imporante: y lamentable la ausencia del fujimorismo. El saldo de esta huelga debe ser un renovado compromiso político, nacional, en torno a profundizar y mejorar la reforma, no retroceder.

domingo, 13 de agosto de 2017

Lo que está en juego

Artículo publicado en La República, domingo 13 de agosto de 2017 

Todos deberíamos ser conscientes de que en estos días se está jugando buena parte del futuro del país. Me refiero al desenlace de las huelgas en los sectores educación y salud.

El país ha crecido de manera importante en los últimos años, ha reducido la pobreza, hemos dejado estadísticamente de ser pobres, pero corremos el riesgo de estancarnos en la trampa de los países de ingreso medio, o peor aún, de involucionar. Sin una política de salud adecuada hoy, el costo a largo plazo de las atenciones médicas será insostenible para las familias y para el país. Y sin una educación de calidad estamos condenados a empleos de baja productividad, a escasos niveles de civismo y cohesión social, a la formación de una opinión pública acrítica y manipulable.

Todos parecemos estar de acuerdo con que la situación es paupérrima a insostenible, y todos queremos que cambie. Sin embargo, hacer cambios resulta tremendamente complicado. Esto porque el empobrecimiento de esos sectores llevó al desarrollo de diversas estrategias de adaptación que han generado hábitos muy difíciles de romper. Las muy bajas remuneraciones obligaron a los trabajadores de esos sectores a dedicar su tiempo a conseguir otros trabajos o crear otras formas de generar ingresos, todo de manera informal; como compensación no salarial, el Estado decidió ignorar todo lo que sucedía en el traspatio. El costo lo pagó la sociedad en general, con la caída en la calidad de los servicios.

En los últimos años hemos crecido y tenemos más recursos que antes, con lo que se abrió la posibilidad de hacer reformas. Hubo la posibilidad de invertir más, mejorar la cobertura de los servicios, mejorar en algo la infraestructura. Pero quedó pendiente la verdadera reforma, la más complicada, la de las remuneraciones. Porque si bien es cierto hay que pagar mucho más, también lo es que las mejoras salariales deben estar asociadas a capacitación y evaluación de desempeño. Así, si bien es cierto Perú destina apenas el 3% de su PBI a la educación, según datos de 2013, muy por debajo de México (3.9), El Salvador (4.0), Chile (4.2), Uruguay (4.9), Ecuador (5.2), Bolivia (5.6), Venezuela (6.4), Costa Rica (7.8), Argentina (8.0), o Brasil (8.3), también lo es que países que gastan más como Brasil o Argentina tienen resultados similares a los de Colombia, que gasta apenas más que Perú (3.1 del producto) y claramente peores que Chile o Uruguay.

Perú avanzó, muy accidentadamente en los últimos años, en romper las resistencias y generar el consenso necesario para establecer en el sector educación el criterio de amarrar mejoras en las remuneraciones a capacitaciones, evaluaciones y lógicas meritocráticas. Sería terrible que ese logro estratégico se pierda. Ese es el gran nudo que se debe romper para avanzar en una reforma; es útil mirar el caso de México en los últimos años, con el intento de reforma del presidente Peña Nieto, que dio lugar a masivas protestas en todo el país, con altos niveles de violencia. Nuestro país, a pesar de todo, parecía haber pasado esa página.

El conflicto en educación y salud debería ser un punto de inflexión en una estrategia de reforma. Cobrar nuevo impulso en educación, más inversión, pero superando el escollo de resistencias regionales y de dirigencias hiperpolitizadas. Y aprovechar la coyuntura para lanzar una verdadera reforma en la salud, donde todavía se ha avanzado muy poco. Para esto se necesita de un gran acuerdo político y social, equivalente al logrado en el sector educación. Estas sí que serían contribuciones importantes del gobierno de Kuczynski al futuro del país.

Cambiar el Perú

Artículo publicado en La República, domingo 6 de agosto de 2017 

Creo que la 22ª Feria Internacional del Libro de Lima ha evidenciado una importante renovación en curso en muy distintos ámbitos, entre ellos el de las ciencias sociales. A propósito es pertinente comentar un nuevo volumen de entrevistas editado por Luis Pásara, La ilusión de un país distinto. Cambiar el Perú: de una generación a otra (Lima, Fondo Editorial PUCP, 2017).

Se trata de un libro con entrevistas convertidas en testimonios que contrapone a “la generación de la utopía” con lo que podríamos llamar la “generación reciente”, y que tiene como tema central las posibilidades, límites, formas, que adquiere la “ilusión de un país distinto”, la aspiración de cambiar el Perú. Los entrevistados son un grupo muy disímil, de figuras públicas, intelectuales, activistas, y “emprendedores”. De “la generación de la utopía” podemos leer a Abelardo Oquendo, José Alvarado, Héctor Béjar, Jaime Montoya, Max Hernández, Victoria Villanueva, Alberto Gonzales, Inés Claux, Fernando Rospigliosi, Paloma Valdeavellano, Farid Matuk Cecilia Oviedo, Fernando Eguren, Diana Avila, Baltazar Caravedo, Julia Cuadros, Pedro Brito, y Cecilia Tovar. Esta “generación” cubre un arco temporal muy amplio de influencias, contextos y apuestas políticas, que empiezan con la revolución cubana y las guerrillas de la década de los años sesenta, pasan por el velasquismo y terminan con la militancia de izquierda. En cuanto a la generación reciente, podemos leer los testimonios de Gerardo Saravia, Natalia Iguíñiz, Salvador del Solar, Alvaro Henzler, Tania Pariona, Alberto de Belaunde, Vania Masías, Joseph Zárate, Mariana Costa, Mauricio Delgado, Indira Huilca y Jimena Ledgard, todos ellos marcados por la experiencia del fujimorismo de la década de los años noventa, y la posterior y decepcionante etapa democrática.

Podría decirse que el primer grupo estuvo marcado por la noción de que hacer cambios sustantivos en la sociedad en su conjunto era algo factible, y que el medio era la acción política organizada, la militancia en la fuerza política de izquierda que conduciría la revolución. Militancia que exigía una devoción absoluta, que subordinaba consideraciones personales y familiares. No todos fueron militantes comprometidos y algunos se distanciaron de esto más rápido que otros, pero todos estuvieron marcados por este horizonte. Si bien todas las opciones fueron personales y se explican por razones idiosincráticas, se siente que el contexto de la época fue clave para explicar las opciones que tomaron.

Por el contrario, la nueva generación enfrenta un ambiente claramente adverso, y sus opciones parecen yendo a contracorriente de la tendencia general. Ni la idea del cambio sustantivo global alcanzable en el corto plazo es creíble, ni el camino parece ser la acción política organizada, tampoco la izquierda aparece como la única opción de cambio, y la noción de sacrificio personal y familiar en nombre de una causa suena como una contradicción insalvable. La generación reciente tiene también un compromiso con el cambio en el país y con el espacio público, pero la apuesta es más acotada; cada quien aporta desde su propio espacio, más social que político, donde no hay definiciones ideológicas tan claras, donde hay más espacio para el pluralismo y la diversidad, y donde el mundo de la vida resulta esencial.

Acaso la clave del cambio hoy sea contar con un Estado y una sociedad civil que permitan coordinar y potenciar las múltiples iniciativas de cambio dispersas en curso en todo el país, que suelen estar por debajo del radar de la política y de los medios masivos.

A cuatro años del bicentenario

Artículo publicado en La República, domingo 30 de julio de 2017

Mucho se ha comentado sobre el discurso del Presidente el pasado 28 de julio; yo quiero concentrarme en algo que me parece muy importante y que no ha recibido la atención debida: la celebración de nuestro bicentenario. El Presidente anunció que esta importante fecha, apenas a cuatro años de distancia, “nos debe hacer reflexionar sobre nuestro futuro como país”; señaló que deberíamos superar una lógica centralista, como la que primó en la celebración de 1921; y anunció la convocatoria a un concurso para “elegir el logotipo y canción del Bicentenario”, y otro “para elegir 26 proyectos, uno por cada región, que contribuyan a celebrar los 200 años del Perú independiente”. Los proyectos pueden ser “culturales, ambientales, educativos, de obras, de leyes”. Como se ve su cobertura es muy amplia, y de lo que se trataría es de que “resaltemos juntos la gesta libertaria que conmemoramos, nuestros héroes y protagonistas, los valores republicanos, el recuerdo de nuestra historia, a veces olvidada; la afirmación de la democracia, y la proyección de nuestro futuro como nación libre y justa”. Es una muy buena iniciativa, participativa, descentralizada, que no solo mira el pasado si no también el futuro, en la que proyectos muy disímiles se pueden desarrollar. Por supuesto necesitamos saber los detalles, pero parece bien encaminado.

Todo esto está muy bien, pero me pregunto también cuál es el plan que tiene el gobierno. ¿Tiene alguna iniciativa, discurso, narrativa, que quiera proponer, impulsar, someter a debate?

Soy conciente de que se trata de un reto complicado. Sin embargo, el gobierno podría apoyarse y hacer suyas algunas iniciativas que ya existen, y potenciarlas; me atrevo a mencionar algunas, a manera de ejemplo. El proyecto Lima Milenaria hace algún tiempo trabaja en la puesta en valor de restos arqueológicos, monumentos, espacios públicos, que permitan percibir la larga duración del asentamiento de la civilización en Lima, cómo sus huellas perviven entre nosotros, muchas veces inadvertidas. La combinación de lo histórico, monumental y recuperación de espacios públicos es una muy potente, que lo sería aún más si recibiera el patrocinio entusiasta del Estado. El Museo de Arte de Lima tiene varios proyectos de expansión que combinan no solo la ampliación del Museo si no también del espacio público del parque de la exposición y posibilidades de crear un gran circuito cultural articulado con el centro histórico. Una versión reformulada y potenciada del proyecto Río Verde actualmente encapetada por la gestión Castañeda valdría la pena de ser considerada también. ¿No tiene sentido convocar grandes concursos arquitectónicos para sacar adelante este tipo de proyectos? En Cusco está en marcha una gran iniciativa de desarrollo urbano que pasa por la puesta en valor y la peatonalización del centro histórico. Nuevamente, historia, monumentalidad, desarrollo urbano, recuperación de espacios públicos. Estos son solo algunos ejemplos, en muchas regiones podemos encontrar iniciativas similares, que podrían impulsarse.

De otro lado, sería muy pertinente impulsar una agenda de debate, muy amplia, que proponga un balance de nuestra trayectoria republicana, pensando sobre todo en los desafíos hacia el futuro. Encaminada a construir una nueva narrativa sobre lo que somos como peruanos, más acorde a las realidades actuales, marcadas por la globalización, la necesidad de integrarnos con los vecinos y con el mundo, dejando atrás paradigmas decimonónicos. El trabajo con universidades, medios de comunicación, resulta clave.